24.12.05


Felices fiestas


El Belén de un agnóstico y pseudomodernillo.

(EGO) Cuando la Navidad llega, surgen las consabidas actitudes ante estas fiestas: las personas tristes por los seres queridos que murieron; las personas combativas que reniegan de la sociedad consumista. Los cristianos de verdad, que tratan de celebrar una fiesta religiosa y nada más. Los meapilas que sólo quieren presumir, en los corrillos después de Misa, de los kilos de marisco que se comen.

Todos los años igual. Todos los años la alegría por la tele de los ganadores de la lotería; los estudios de la organización de consumidores sobre la calidad y peligrosidad de los juguetes (las falsificaciones llegadas de China, los juegos sexistas…)

Todos los años las portadas de las revistas del corazón, con sus dietas para adelgazar a pesar del turrón y el cava, y famosos que nos enseñan sus casas decoradas con flores de Pascua y belenes napolitanos de tamaño natural.

Todos los años, el estrés de pensar qué hará uno en Fin de Año y, las chicas que salen de fiesta, tratando de equilibrar el estar guapas con no pasar frío.

En el fondo, muy en el fondo, hay todavía algo bueno en la Navidad. Pero no sé qué es.

Sólo tengo claro que estos días envidio a mis yogures del Hipercor. Ellos van a su bola. Caducan el día 27 de diciembre, pase lo que pase. Ningún cambio en su entorno va a impedirles caducar ese día. Nadie podrá cambiar su rutina ni su plan establecido. Ellos caducan, y allá el resto.

Lo ideal es pasar Fin de Año en el campo. Uno se acuesta pronto, poco después de las uvas, y se levanta al día siguiente en mitad del silencio, bien pronto por la mañana. A las ocho y media, por ejemplo.

Entonces comprueba cómo, para las abejas y los pájaros, para las flores y los árboles, no ha habido un cambio sustancial. Ellos no tienen el estrés del paso del tiempo. Ellos siguen su plan establecido, como mis yogures que caducan. Ellos no se ponen tristes por los que ya no están, ni se ven obligados a consumir y adelgazar.

En el fondo, todavía hay algo bueno en la Navidad; y creo que tiene que ver con hacerse un poco el animal: en no agobiarse y seguir con el plan establecido: sin dejarse influir. El plan establecido es ser un poco como niños (como decían Cristo y Nietzsche); pues nada. A eso vamos.

Que lo paséis lo mejor posible. Si no pasa nada excepcional, La Fragua vuelve hacia el 10 de enero.

Feliz Navidad y próspero 2006.




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